


Tantas horas dedicadas a ese pequeño, que nada más quería juegos. Cuantos castillos de arena en la playa. Como dormía en el Lanzallamas mientras cortábamos las palmas. La de Coca Colas que pagué halla arriba en La Mola...
Y ahora que ya tengo una edad, ni mi propia familia me espera. Que solo me vi, subiendo por esas rampas. Ya no existe familia, ni respeto por la edad.